Tras una espera de casi 10 años desde su anuncio, con un universo cinematográfico a punto de colapsar y ser reiniciado, con un retraso tras otro y bastantes directores y guionistas siendo intercambiados para encontrar la mejor propuesta… Sí, mis expectativas no eran las mejores, pero tras toda esta odisea al fin se estrenó una de las últimas películas del moribundo DCEU: The Flash.
A ver, ahora vamos con un poco de contexto. El ver nuevamente a Michael Keaton como Batman, tener múltiples conexiones con el multiverso cinematográfico y televisivo de DC y Andy Muschietti como director eran factores que invitaban al optimismo. Sin embargo, había un gran pero como villano y ese no es tanto Ezra Miller y su conflictivo paso por Hawaii, sino Warner Bros.
Desesperados por un éxito inmediato, la productora ha decidido usar uno de las sagas más populares del velocista, Flashpoint, para la primer película individual del personaje. Sobre el papel tiene sentido. Atraes la atención de los fans del cómic, tienes la excusa oportunidad perfecta para abrir tu portafolio y presumir del Multiverso DC y encima aprovechas todo esto y puedes reiniciar tu universo cinematográfico y dejar todo limpio, ordenado y en bandeja de plata para que James Gunn y Peter Safran puedan armar el suyo con tranquilidad a la espera del éxito. Pero… ¿funcionó todo esto?
De bebés CGI y nostalgia mal entendida

Flash arranca potente. Debo admitir que, salvo la secuencia con los bebés más feos que el CGI nos ha dado desde Breaking Dawn Part II, fue muy emocionante ver a Flash salvar inocentes tras los destrozos causados en Gotham por el Batman de Ben Affleck. Una secuencia rápida, explosiva, donde vemos cómo van a estar los tiros en esta película. Respecto a las secuencias de acción poco hay que agregar, están tan bien ejecutadas y logran emocionar lo justo para preocuparte por las implicaciones emocionales con los personajes, aún y pese al mal CGI del que todos, incluido un servidor, están hablando.
Una vez pasado esto, se nos revela la verdadera trama. Barry Allen, tratando de salvar a su papá de pasar el resto de sus días en prisión, decide usar sus poderes para viajar en el tiempo y salvar a su madre de una misteriosa muerte. Una historia sencilla que se aferra del dolor emocional de perder a una madre, interpretada por Maribel Verdú, quien pese a su poco tiempo en pantalla, da una actuación encantadora y logra una química muy bella con Ezra Miller.

Y en ese dilema entre dejar el pasado atrás y enfrentarse a la perdida de su madre tenemos una película muy interesante, la cual dura poco y por desgracia queda relegada para empezar a contarnos otra más genérica y tonta, solo para hacer uso desmedido de una nostalgia mal entendida. Pues aceptémoslo, por mucho que se disfrute escuchando el icónico tema de Danny Elfman y ver a Michael Keaton como el caballero de la noche, este no es el mismo Batman visto en las películas de Tim Burton, es solo un pretexto para hacer uso de un actor conocido en el papel y dejar atrás el Snyderverse del cual Warner no oculta en lo mínimo su desdén.
Siendo así, Barry Allen viaja a una realidad alterna donde no solo no existen los metahumanos que ya conoce, sino que este ha perdido sus poderes y debe madurar y convertirse en el mentor del Barry de este universo alterno y ayudarlo en su cruzada para detener la invasión del General Zod, un villano desaprovechado quien solo está ahí para tener la excusa de un enfrentamiento final y cargarse a dos de los personajes más desaprovechados.
Flash: El velocista que llegó tarde

Insisto, sobre el papel la premisa es muy interesante, y esto resulta en una película muy entretenida que por fortuna nunca se vuelve aburrida o lenta. Vamos, después de ese opening fastuoso y emocionante no pasan más de 10 minutos para que ya estemos viajando al multiverso. Pero, por irónico que parezca, Flash falla en despegar y encima de todo, llega tarde. Y lo hace mal.
Ya en su anuncio causo revuelo. Donde Marvel y Sony jugaban al loco, DC y Warner se levantaron y con orgullo anunciaron el primer multiverso cinematográfico con el regreso del Batman de Michael Keaton, un segundo Flash y la incorporación de Sasha Calle como Supergirl.
Pero aquí no hay un amor desmedido por Keaton como sí lo hubo por Tobey McGuire y Andrew Garfield en Spider-Man No Way Home, no está esa emoción de ver a un héroe convertido en villano como con Scarlet Witch en Doctor Strange and the Multiverse of Madness.

Ezra Miller logra cargar con el peso de la cinta sin despeinarse en el proceso. Sin ser fan de su trabajo en DC, pues prefiero la versión de Gran Gustin por sobre la suya, Ezra saca adelante a su personaje logrando mostrarnos porque pese a sus múltiples escándalos es un actor talentoso el cual no ha sido explotado ni en esta saga ni en la de Fantastic Beast.
Michael Keaton se la pasa en grande pero su personaje, como ya mencioné, no es el mismo visto en los 90’s, es una versión muy ligera que se limita a repartir golpes y lineas graciosas para estar en onda con el humor Marvel. Y de Sasha Calle, pese a robar cada uno de sus momentos en pantalla con esa enigmática mirada, queda reducida a una presencia de minutos desaprovechados. De Michael Shanon como Zod ni hablemos, pues hasta el mismo actor ha dicho lo aburrido de retomar este papel innecesario.
De la fatiga a las malas historias de superhéroes
Al final, por muy entretenida que The Flash sea, no deja de sentirse como una oportunidad perdida, un intento cobarde de reiniciar un universo donde al final todo queda en tierra de nadie, siendo un remedo de meme mal entendido de cierto segmento de un especial de noche de brujas de Los Simpson.

Y la verdad no se vale. Teniendo propuestas multiversales tan fantásticas como Everything, Everywhere, All at Once o la más reciente y genial Spider-Man Across the Spider-Verse, se siente como una cachetada horrible volver a historias sin alma, fabricadas para llenar bolsillos, cuyas promesas quedan en una bolsa rota y con esa sensación de haber visto algo mediocremente entretenido sabiendo que pudo ser mejor.
Vaya, si hasta las series de The CW lograron en Flashpoint y en Crisis on Infinity Earths realizar un festival de cameos y crossovers con mucho menos recursos pero infinitamente mejor entendido y mejor contado, no puedo creer como un estudio con tantos recursos y aún más tiempo de producción no pudo hacer algo mejor.
Y bien lo decía James Gunn o Phill Lord y Chris Miller: la gente no está cansada de los superhéroes, está cansada de las malas historias de superhéroes. Y esta es una historia a la que The Flash sí llegó a tiempo.
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